Seguimos con la II Edición de la sección Cuéntame un cuento, donde vosotros sois los protagonistas. Cada domingo publicaremos un relato que seleccionaré de entre todos los que me enviéis a webchicasombra@gmail.com. El género es libre, y la extensión un máximo de 3000 palabras.
Hoy podéis disfrutar de El lector de la morgue, de Raquel Monrabal.
1.BILL
Bill contaba con tan sólo nueve años cuando su tía abuela se quedó a pasar el fin de semana en su casa. Los padres de Bill trabajaban en el mundo editorial, y durante el fin de semana tenían una convención en Paris. Al niño, su tía Joyce no le acababa de gustar. Era bastante vieja y olía a colonia pasada. No acostumbraba a quedarse con ella, pero acababan de operar a su abuela y aún se estaba recuperando en el hospital. Bill jugó toda la tarde en el pequeño patio trasero de su casa. Prefería estar solo a tener que tragarse todos los programas de cotilleos que veía su tía abuela Joyce.
A Joyce no le hacía ninguna gracia hacer de canguro del nieto de su hermana, pero no tenía más opción. Su hermana, aunque era más joven que ella, había sufrido una rotura bastante dolorosa en la rodilla. Se iba a poner bien, pero le tenía que hacer ese favor. La mujer nunca había tenido hijos, así que sus dotes de niñera eran más bien nulas. Al menos tenían televisión, un buen sillón y un pequeño patio para que el niño pudiera jugar al aire libre. El chico estaba bastante tranquilo, no daba problemas, así que no tuvo que levantarse del sillón para nada.
El sol empezaba a esconderse, y las ranas que habitaban en el río que pasaba cerca de la casa, empezaban a hacerse oír. A Bill le extrañó que la anciana no lo llamara para ir a cenar. Tenía bastante calculado el momento en el que el sol tocaba uno de los pinos que rodeaban la calle, ese era justo el momento de la cena.
El chico jugó un poco más a baloncesto hasta que el hambre le apretó y decidió entrar. Su tía seguía sentada en el sofá mirando la televisión. Le preguntó qué había para cenar, pero la mujer no contestó. Bill no le veía el rostro porque estaba de espaldas a este. Seguramente se había quedado frita, cosa que no era de extrañar, a su abuela le pasaba constantemente. Bill se acercó para verle la cara y, efectivamente, la mujer dormía como un tronco. El niño le propinó unos golpecitos en el hombro, pero la anciana no reaccionó. Fue en ese instante en el que se dio cuenta que su tía había muerto. Le dio algunos toques más para hacerse a la idea de que era así. Se preguntaba por qué y cómo había podido pasar. Su pensamiento se transformó en palabras y transmitió sus dudas.
―¿Pero qué ha pasado?
De pronto, su visión se volvió borrosa, sintió un ligero mareo y una voz le susurró al oído:
―Creo que ha sido un ataque al corazón, llama a tus padres.
A Bill se le erizaron los pelos de los brazos y, cuando volvió la cabeza hacia su tía abuela, le pareció verla incorporándose. Su visión era tan borrosa que no estaba seguro de si lo que veía era real o no. Cogió el teléfono de la cocina mientras respiraba fuertemente. Sus manos temblaban, aún no veía bien y marcó el número de su madre por inercia.
Después de llamar a sus padres, estos llamaron a la policía. Dos agentes llegaron a la casa unos diez minutos después; al chico se le habían hecho eternos. Los dos policías fueron muy amables con el niño. Lo llevaron a su habitación y la joven agente Collins se quedó con él jugando con sus Legos hasta que sus padres llegaron.
―¿Entiendes lo que ha pasado Bill?
―Sí, agente, ella me ha hablado.
―¿Quién?
―Mi tía, después de morir me ha dicho cómo ha muerto.
2. AGENTE COLLINS
La noche se presentaba tranquila. No habían recibido ningún aviso desde hacía dos horas. La agente Collins y su superior, el comisario Roberts, estaban en su ronda de tarde y acostumbraban a ir a por un café antes de que anocheciera. Estaban en el aparcamiento de la cafetería cuando recibieron un aviso de que había muerto una anciana en una casa donde había un crío de unos nueve años. No llegaron a comprar los cafés. Cuando llegaron, el pequeño les abrió la puerta. Su expresión era la de preocupación e incertidumbre de un niño pequeño al que le acaba de pasar algo que se aleja de su comprensión: mirada perdida y temblorosa. El comisario le dijo a su compañera que iba a hacer unas llamadas, así que ella llevó al niño a la habitación. Vio que tenía un set de Lego montado encima de una mesa pequeña y lo animó a jugar. Luego, con el tiempo, supo que esa había sido la primera vez que Bill se comunicó con un cadáver. No, no hablaba con fantasmas, no era un médium. Se lo dirían muchas veces en el futuro, eres un vidente, un médium… pero Bill era un lector de cadáveres, leía sus últimas imágenes o incluso escuchaba sus voces, y eso al cuerpo de policía de Black Lake les iba a ir de maravilla.
La agente Collins habló con los padres del niño, pero no les contó nada de lo que el chico le había contado. La familia de Bill era una familia modesta, el mundo editorial ya no generaba tantos ingresos como antes y a duras penas podían irse de viaje en vacaciones. La agente Collins se ofreció a cuidar de Bill cuando sus padres no pudieran. Ella era una mujer soltera y podía echarles un cable. Dado que la abuela aún estaba en el hospital, los padres de Bill aceptaron la oferta. La agente se llevó a Bill a su casa, comieron pizza y vieron una película de aventuras. Ese día nació una amistad que duraría años.
3. COLLINS Y BILL
Pasaron quince años y Bill ya estaba preparado para utilizar su don, la agente Collins, o Eva, solo algunos la podían llamar así, había ayudado al chico a usarlo. La había acompañado en varias ocasiones a las escenas de un crimen, por supuesto, sin el consentimiento de sus padres. Pero el chico no temía a nada, Bill era valiente y tenía la sangre fría cuando se trataba de hablar con los muertos. Con el tiempo, entendió que simplemente tenía que tocar alguna parte del cuerpo del cadáver, así entraba en su mente y veía las últimas imágenes que había visto antes de morir, a veces, el mismo muerto le contaba qué había pasado. Luego lo llevó durante un tiempo a la morgue, trabajó con un forense como ayudante en prácticas. Cuando estuvo listo, Eva hizo que lo contrataran y, dado que ella era un pez gordo, empezó a trabajar el día después de que moviera cables. En medio año habían encarcelado a todos los asesinos de la zona, la ayuda de Bill era un regalo. En poco tiempo, lo ascendieron a agente especial y resolvió cada uno de los casos que se le adjudicaron. Pocos sabían de su don, no querían que otros departamentos se lo llevaran. Bill había llegado a una edad en la que empezaba a preguntarse el por qué de todo, su trabajo no le gustaba y de pronto quiso tener una vida como la de sus ex compañeros de instituto. Cayó en el alcohol y le costaba salir de casa, empezó a faltar al trabajo y su teléfono no sonaba para nada. Eva fue a buscarlo.
4. EVA
Encontraron el cadáver de Eva dos semanas después de su muerte, en el lago Valentine. Un pobre pescador lo encontró lleno de insectos y con un olor insoportable. Llamaron a su familia, pero nadie contestó; en la lista de amigos salía el nombre de Bill. El inspector que llevaba el caso conocía a Bill, hacía dos semanas que no iba a trabajar. Bill llegó borracho a la morgue. El inspector le pidió que hiciera su trabajo, aunque vio que no estaba en condiciones.
―¡Vete de aquí, malnacido! ―gritó Bill.
―Tranquilo, chico, no hace falta ponerse así. En diez minutos vuelvo ―dijo el inspector Martínez con un tono tranquilo.
Bill se acercó a Eva, la agente Collins había sido una hermana para él. Ella era la única con la que había confiado, podía hablar con ella de cualquier cosa. Se llevaban veinte años, pero eso no había sido impedimento para ser buenos amigos. Le atemorizaba ver la muerte de su amiga y sabía que los efectos del alcohol aun corrían por su cuerpo. Destapó la sábana solo para ver el rostro de su amiga y fue la primera vez que le impactó ver un muerto. No conseguía acercar los dedos a la mujer, temía lo que iba a ver. Consiguió, muy lentamente, llegar hasta su cara y la tocó.
―¡Maldita sea, Eva! ¿Qué coño te ha pasado?
― Te quise ayudar, Bill, pero tú no estabas bien.
― Déjame ver…
― No, no quieras saber… No estabas bien, ese no eras tú. Siempre has sido especial, tu don es algo insólito. Sé que dentro de ti hay algo que debes controlar, aprende a hacerlo, sé que puedes.
―¿Algo dentro de mí?
―Sí, algo maligno que logra controlarte para satisfacer sus más oscuros placeres.
―Dime que no te hice daño, por favor. Quiero verlo.
―No, por favor, no quiero que lo veas. Ese será mi último deseo, que no sepas lo que sucedió. Te quiero Bill, eres más que un hermano para mí, eras mi amigo. Hazme caso y lucha contra todo lo malo.
Bill apartó el dedo de la cara de Eva. Quería saber qué le había pasado a la agente Collins, pero su última voluntad era que él no supiera nada. Ahora se notaba más lúcido y decidió ir a hablar con el inspector Martínez.
―¿Qué tenéis?
―De momento, sabemos que primero la violaron y después la ahogaron hasta producirle la muerte. Estamos intentando seguir sus pasos antes de su muerte, suerte que hay cámaras por todas partes.
―Está bien, avísame si sabes algo más. ―Bill ya había dado la conversación por acabada cuando el inspector le dijo:
―¿Estás mejor?
―Métete en tus asuntos.
―La agente Collins siempre se preocupó por ti.
―Lo sé.
Se sintió muy triste, pero una voz interior le obligó a dibujar una sonrisa en sus labios, ¿cómo era posible? ¿Sería un mecanismo de defensa? Martínez pudo ver esa sonrisa y decidió investigarlo.
Revisó todas las cámaras que estaban cerca de su casa. El día del asesinato seguramente había estado encerrado porque no lo vio en ninguna de ellas. No le extrañaba, últimamente había faltado mucho y todos sabían que se había dejado llevar por el alcohol. De pronto, en una de las cámaras de una tienda de veinticuatro horas, vio pasar a la agente Collins. Siguió a la siguiente cámara, la del gimnasio en el edificio de Bill; Eva entró en el edificio. Un poco más tarde, salía Bill con una bolsa enorme cargada en la espalda, no podía casi ni caminar. Amplió la imagen para ver el rostro de Bill y dio un salto que casi le hizo acabar en el suelo. El chico, en un momento dado, miraba hacia arriba, como si supiera que lo estaba mirando, y su rostro se desfiguró. Donde tendría que estar su boca fina y seria, había unos labios gruesos y una boca enorme que mostraba una sonrisa cruel, sus ojos parecían dos luceros, el brillo que destellaba de estos no era normal. Martínez llamó rápidamente a su compañero y fueron a buscar a Bill.
Este lloraba la muerte de su amiga y compañera cuando alguien llamó a la puerta. Abrió y se encontró cara a cara con dos de sus compañeros.
―Bill Hartke, tienes que venir a comisaría, eres sospechoso del asesinato de Eva Collins.
―No me jodas Martínez, si no salgo de mi casa ni para ir al supermercado.
―Es mejor que lo hagas por las buenas, ya lo sabes.
Bill no se quejó y estuvieron en silencio hasta llegar a la sala de interrogatorios. Solo entró Martínez y supo que el resto estarían detrás del cristal, juzgando.
―Bill Hartke, ¿dónde estabas la noche que asesinaron a la agente Collins?
― En casa, bebiendo y mirando la televisión.
De repente, Bill notó que la garganta se le abría, no literalmente, pero una especia de aire recorría su interior, y al abrir la boca dijo:
―Esa condenada me resultaba un poco pesada, quería llevar al chico por el buen camino, me lo estaba desviando. Así que, puse todo mi empeño en manipular a Bill, y lo conseguí.
Cuando Bill miró hacia el cristal, todos los que estaban detrás soltaron un grito de terror. El rostro que los observaba, a parte de que los veía, eso estaba claro, no era el de Bill. Esa cara, era la cara del mal.
5. EL MAL
El agente Martínez no había visto esa cara, sí en el vídeo, pero no en ese instante. Escuchando su confesión, se propuso detenerlo en ese mismo momento. Cuando sacó las esposas para ponérselas, los compañeros que estaban detrás del cristal quisieron avisar al agente. Abrieron la puerta y Bill aprovechó para empujarlos a todos y correr. Tenía una fuerza descomunal, llegó hasta la puerta sin que nadie siquiera lo tocara. Corrió y corrió hasta que llegó al tren.
6. EL DÍA QUE TODO EMPEZÓ
El día que Bill jugaba en el patio de su tía Joyce, no sólo fue el primer día que vio a una persona muerta y supo cómo había fallecido, también fue la primera vez que conoció al diablo. Desde ese momento, el mal se instauró en él. Bill era muy pequeño y no temía a casi nada. De detrás de las sábanas que su tía había tendido apareció un ser extraño, sus patas parecían de animal, pero su rostro era humano. Como si de una nube enorme se tratase, el monstruo se convirtió en una especie de gas y se instauró en el interior del chico. A partir de ese día, el monstruo se apoderó de él. Pero Bill era muy bueno, tanto que el don que había adquirido lo usaba para bien, y gracias al chico muchos de los asesinos de la región estaban entre rejas. El ser que intentaba controlar a Bill no lo consiguió hasta que el muchacho sucumbió al alcohol. Era el momento perfecto para moldearlo a su antojo. Supo que para corromperlo, primero tenía que hacerle daño, mucho daño. así que fue a por la mujer que lo había acompañado durante todos esos años, la agente Collins.
7. FIN
Bill era consciente de que algo dentro de él no estaba bien, el cadáver de su amiga se lo había dicho y, de hecho, siempre había notado que desde el día en que su tía abuela murió algo en él había cambiado. Achacó su cambio al don de poder leer a los cadáveres, pero había algo más.
Se encontraba en una estación de algún pueblucho casi deshabitado. Llovía y el cielo estaba más encapotado que nunca. Las nubes tenían un tono violeta que jamás había visto antes, parecía que en cualquier momento la tierra iba a explotar. Esperaba a otro tren para huir, ¿hacia dónde? Aún no lo sabía. Le dolía todo el cuerpo, tanto que se tuvo que tumbar en el suelo. Se retorcía de dolor, el estómago le apretaba y vio cómo una especie de humo se desprendía de él. Una figura mucho más alta que una persona se plantó justo en frente de Bill. Se incorporó, temblando y sin apartar la mirada de ese ser.
―Hola, Bill, me alegro de verte, aunque ya hace muchos años que te veo cada día en el espejo.
―¿Quién eres?
―Yo soy tú, o tú eres yo, pero el caso es que no me obedeces y eso me está cansando.
―¿Cómo dices? No te entiendo.
Bill miró al ser que estaba delante de él y no sabía si huir o seguir hablando con esa cosa.
―Bill, desde el día en que tu tía abuela murió me quedé contigo, vi un gran potencial en ti. Sólo quería un cuerpo para satisfacer mis deseos terrenales, pero has sido un lastre. Tu bondad siempre obstaculizó mis acciones. Gracias al diablo que al final caíste en la droga y así pude manipularte. Fue fácil.
―¿Tú le has hecho eso a Eva?
― No, fuiste tú, y te han pillado. Irás a la cárcel y yo seguiré a algún otro desgraciado. ¿Quieres ver cómo lo hiciste? No lo recuerdas, ¿verdad?
―¡No! No quiero ver nada.
―Tienes dos opciones: te dejo aquí tirado hasta que te pillen y te cierren en la cárcel, o seguimos juntos y nos vamos con nuestro don a otra parte.
―No quiero saber nada de ti, te has llevado a mi mejor amiga, era una hermana para mí.
―Estos mortales dais asco, tantos sentimientos, ¿para qué? Lo divertido es vivir como si no hubiera un mañana.
― Pero sí lo hay.
―No para ti.
Bill vio cómo de lejos el tren empezaba a acercarse; cuando lo tuvo muy cerca, se lanzó y murió en el acto.
Jonas bajó en la parada de Soherville, el pueblucho fantasma donde su tía iba a cuidarlo durante una larga temporada. Al bajar, escuchó cómo el tren se ponía de nuevo en marcha y se acercó a las vías para ver cómo eran. Allí vio a un hombre, era la primera vez que veía a un muerto.
Se acercó a él, bajó a las vías, y al tocarle la espalda vio perfectamente cómo había muerto. De repente, un humo se le acercó, le entró por la boca y por el estómago, y después siguió su camino.
Me ha encantado ,el lector de la Morgue ,lo recomiendo
ResponderEliminar¡Holaaaa!
ResponderEliminarGracias por compartirlo :)
Qué bueno!
ResponderEliminarHola, gracias por compartirlo, es muy interesante.
ResponderEliminarBesos desde Promesas de Amor, nos leemos.
Placer conocerte Me has cautivado abrazo
ResponderEliminarEl lector de la Morgue…. Bravo!!! Intriga y suspense 👍🏼
ResponderEliminarBrutal. Nos ha encantado!
ResponderEliminarGran relato, que me ha enganchado inmediatamente ya que tiene mucho ritmo. Enhorabuena a la autora!
ResponderEliminarFelicidades! Nos ha encantado!
ResponderEliminarEnhorabona a la autora, val la pena de lleguir !!
ResponderEliminarIntriga con mucho ritmo, perfecto. Esperando el próximo! Mi enhorabuena a la autora👌
ResponderEliminarExcelente relato, me ha gustado mucho, mis felicitaciones a la autora
ResponderEliminarMe ha gustado 👏🏻👏🏻👏🏻
ResponderEliminarOriginal, me gusta
ResponderEliminarInteresante relato ,la autora es una nueva promesa .Ánimo.
ResponderEliminarBuen relato. Me ha enganchado seguir asi.
ResponderEliminarMe ha encantado
ResponderEliminarGenial!!!! Me ha encantado ✒️
ResponderEliminarFenomenal, un relato muy bonito
ResponderEliminarDeseando leer mas relatos!muy recomendable
ResponderEliminarMuy bueno !! Deseando leer más cosas tuyas 👏👏👏
ResponderEliminarMuy bueno, me ha gustado mucho, espero que puedas seguir escribiendo relatos como este ..
ResponderEliminarMuy interesante!! Me atrapó la intriga, y el inesperado final!!
ResponderEliminarMe ha encantado el lector de la morgue! Muy descriptivo!! Ganas de mas!! Bravo Raquel !!
ResponderEliminarFantástico! No podia dejar de leer. Esperando el siguiente!
ResponderEliminarUna lectura amena , divertida, emocionante cuya intriga nos permite abordar el desarrollo de la inteligencia emocional y que si hay un mañana . En definitiva un relato totalmente impredecible donde la bondad , dogmas y sentimientos abordan a través de un texto de lectura rápida y comprensiva con un lenguaje joven que mañana está garantizado porque el ser humano es incorruptible con los sentimientos puros
ResponderEliminarGran final felicitaciones a la autora !! Que siga escribiendo y nos haga deleitar con su redacción