Hoy seguimos con esta sección semanal llamada Cuéntame un cuento, donde publicaremos relatos elegidos de entre todos los que nos lleguen con la idea de, cada año, publicar una antología con los que más gusten. ¿Os animáis? ¡Pues a qué estáis esperando! Enviad vuestros escritos, sean del género que sean, en formato Word (2-5 páginas) a webchicasombra@gmail.com
En esta ocasión el seleccionado ha sido Pruno, del escritor Joan Márquez Franch. ¡Adelante con él!
Estuvo casi tres cuartos de hora esperando a que su niño saliera del colegio.
Al final, todos los padres reunidos a las puertas se fueron con sus hijos en coche o a pie y solo quedó él. El silencio tenía un eco extraño, como hueco, después del alboroto.
Por fin salió Bruno.
Indolente, la mochila echada a un hombro. Fue descendiendo la breve escalinata, casi sin levantar la vista, mientras él esperaba de pie junto al coche estacionado sobre la acera con las luces de emergencia.
—Bruno, ¿pasa algo? —le preguntó poniéndole una mano al ver su expresión triste o retraída.
—No soy Bruno. Soy Pruno.
El padre le dirigió una última mirada de preocupación mientras se montaban en el coche.
En el porche de casa, los recibió un gato del barrio que a veces venía a que le dieran de comer.
Como su hijo adoraba los gatos, le dijo para levantarle el ánimo:
—¡Anda, mira quién ha venido a recibirte, es Max!
—No se llama Max, sino Fax —dijo el hijo sin hacer ningún caso al animal que ya maullaba pidiendo comida.
—Puede ser —titubeó el padre, entrando—, ha tenido tantos nombres...
La madre sirvió en la mesa la comida.
—No me gusta —dijo el niño apartando el plato.
La madre cambió una mirada con el padre:
—¿Cómo que no te gusta? ¿Desde cuándo?
El niño no contestaba.
—Bueno, déjalo —intercedió el padre—. Me parece que Bruno hoy no se encuentra muy bien, ¿no es verdad?
El niño, sin decir nada, se levantó de la mesa y fue hasta su habitación.
Una vez allí, hizo algunas reestructuraciones de la decoración. Todos los peluches fueron escondidos en un compartimiento del guardarropa. Retiró las figuritas de plomo de la estantería, que repartió en diferentes cajones de cualquier manera, y seleccionó algunos libros para ponerlos en el espacio de los estantes.
Estuvo hurgando a la búsqueda de libros y cuadernos hasta que hubo armado su pequeña biblioteca.
Entonces, se sentó al escritorio.
Abrió un cuaderno sin estrenar y tomó el boli.
DIARIO DE PRUNO, escribió en la cabecera de la primera página.
DÍA UNO.
¿Qué os ha parecido? ¡Hasta la próxima semana!
Interesante y con ganas de parte 2
ResponderEliminar