Antes de nada, darte la bienvenida a Chica Sombra. Cuéntame, ¿cómo es un día normal en tu vida?
La verdad es que no hay ningún día normal en mi vida. Mi vida desde hace cinco años es una gira internacional ininterrumpida que acaba a final de este año, que pasa por viajar a lugares de conflicto con Pallasos en Rebeldía. Entonces, hay veces que mi día empieza agarrando un avión, un tren, un coche, una redila, caminando,… actuando en campos de refugiados, en comunidades indígenas, a veces doy conferencias, otras veces doy cursos,… muy poquitas veces ensayo y muchas veces actúo. A veces es en un festival internacional o en una comunidad indígena donde están matando a personas cada día.
Entonces, no hay una normalidad en mi día a día.
¿Cómo llegaste a ser payaso y, por supuesto, payaso social? ¿Qué llegó antes, la comedia o la solidaridad?
Pues, desde niño, siempre he tenido una especie de obsesión o tendencia a querer hacer reír a la gente. Dice mi madre que de pequeño hacía reír a la gente en los autobuses, y que si no aplaudían o reían me ponía a llorar. En el colegio siempre hice teatro cómico, pasé por compañías en Francia de teatro clásico popular. Pero, en realidad, ser payaso fue una especie de casamiento entre mi necesidad de hacer un trabajo social y de luchar contra las injusticias y mi brote creativo y artístico. Por eso siempre he jugado en el activismo, en los movimientos sociales desde el punto de vista artístico y cultural; en algunos casos organizando festivales o eventos y siempre con la lógica de querer actuar.
Desde hace 15 años prácticamente me dedico casi por entero al tema de Pallasos en Rebeldía; actuando, llevando alegría y entusiasmo, esperanza y muchas risas a estos lugares donde la humanidad se juega su futuro.
¿Y por qué payaso social? Pues por eso, porque los payasos sufrimos ante las injusticias. Los payasos tenemos una tendencia a la alegría y a la felicidad que se ve afectada por este sistema global de terror, y el payaso en sí tiene un origen social. Creo que es un apellido redundante.
En mi vida siempre ha estado mezclado la comedia y la solidaridad. Por un lado, este afán, incluso internacionalista, desde muy joven; el primer año que yo viajé tenía 19 años, y desde entonces no he parado de estar en estos lugares del mundo; y la comedia pues también. Dentro de mi genética está el hacer reír, incluso en las situaciones cotidianas.
Supongo que la vida del rebelde que lucha contra las injusticias en un mundo tan injusto como en el que vivimos tiene sus costes y consecuencias, ¿cuáles son los mayores sacrificios o infortunios en los que te has visto envuelto por la causa?
Pues, posiblemente, los mayores sacrificios están en que mi carrera artística siempre ha estado ofrendada al servicio de la humanidad, y no he tenido tanta libertad o tanta posibilidad temporal para dedicarme a profundizar en los aspectos más creativos de mi persona.
Y los mayores infortunios, fundamentalmente, momentos en los que mi vida ha estado más en peligro; como pudo ser en 2003, en la Franja de Gaza, durante la segunda intifada, en que viví bombardeos y fuimos amenazados, apuntados por fusiles israelíes y perseguidos por tanques. Incluso, en 2010, que fui encarcelado y expulsado de Israel por intentar hacer un festival de payasos en los campos de refugiados palestinos.
Y, en contraposición, ¿cuáles son los mayores tesoros que te has encontrado en el camino?
Descubrir que los pueblos que se juegan la vida cada día son los pueblos más generosos, que la gente que más sufre es la gente más abierta a la alegría, más luminosa; como en el caso palestino, pero también el caso saharaui o las comunidades indígenas de América Latina, que son asesinados impunemente, y que tienen una vitalidad y una generosidad y, sobre todo, un agradecimiento por el arte y la cultura que no he visto en otras realidades más asentadas o más occidentales.
Y ahí tengo millones de anécdotas, desde un niño sirio que me regaló sus zapatos en Idomeni, hasta el hecho de que me han abrazado y me han querido en todos estos lugares de la humanidad de una manera nuclear que no he encontrado en otros sitios.
Viendo tantas situaciones horribles, tanta gente destrozada, debe ser difícil sacar fuerzas para hacer reír. ¿Cómo lo haces? ¿Tienes algún truco o simplemente te sale de dentro?
Cuando veo gente tan destrozada, las ganas de hacer reír son automáticas. Más que dificultad para hacer reír, es más la sensación de rabia e impotencia que me dan situaciones de injusticia. Y sí que es cierto que he vivido momentos emocionales muy duros, como en los campos de refugiados del sur de Europa, donde ves la desolación y te das cuenta de cómo esta gente, que ha vivido una guerra, se encuentra completamente abandonada por nuestras instituciones, perseguida y apaleada; y ante eso hay momentos muy duros, como cuando llegas a Idomeni y ves 5000 personas viviendo en el barro con tiendas de campaña Quechua.
¿Cómo hago para sacar la energía? Pues desde el amor a la humanidad, desde el amor a esas personas que sufren, desde la mirada y desde el abrazo.
Todos tenemos nuestras técnicas para actuar, pero básicamente conectar con el corazón del ser y conectar con la necesidad de creer en la esperanza y en el futuro donde haya un mundo donde quepan todos los mundos.
Hace poquito actuaste en la Sala Mirador (Madrid), en una obra llamada Vía Muerta. Las entradas volaron y tuvisteis que hacer otro pase según tengo entendido. Esta obra, además de ser para concienciar, era una obra benéfica, ya que recaudaba fondos para la ONG Pallasos en Rebeldía. Háblanos de dicha obra y de la acogida que tuvo el público.
Vía Muerta es un proyecto hermosísimo lleno de denuncia por un lado, pero también de sensibilidad hacia las personas que huyen de la guerra, pero que no dejan de ser personas con una vida propia. Porque no hay una condición profesional, ni es una condición vital ser refugiado. Es una condición temporal fruto de unas circunstancias, en este caso, de un sistema económico que se sustenta en generar terror y hacer la guerra al ser humano.
La obra propone que el público se vuelva refugiado y viva dentro del teatro como en medio de una cárcel, donde no pueden ni sentarse en las butacas, y que sean constantemente interpelados por los actores dentro de un texto bellísimo, escrito por Carlos Olaya; con la figura del payaso, que viene a hacerles compañía e intentar hacerles pasar un buen rato, pero también a darles un mensaje de solidaridad y de amor fraternal; y un policía, que hace Willy Toledo de manera sublime, en donde sin querer entrar en el moralismo ni en una denuncia panfletaria, se ven las contradicciones de las personas que tienen que hacer de carceleros del sistema.
La acogida del público ha sido extraordinaria. Además de que se llenó enseguida el teatro, hemos recibido muchísimo reconocimiento de parte del público, desde aplausos increíbles hasta un público que se enamora del payaso e intenta ayudarle a tumbar las vallas del campo de refugiados. Además, con los coloquios se establece un diálogo muy bonito con el público al final de la obra. Pero sí, es cierto que hemos tenido mucho reconocimiento por parte del público que ha venido.
Es una pregunta muy tonta, pero como obsesa de la ortografía necesitaba preguntártelo… ¿por qué PaLLasos y no PaYasos en Rebeldía?
Payasos está escrito con porque nacimos en Galicia bajo el hospicio del Festiclown, que es un festival de payasos que yo dirijo, que ya ha salido de las fronteras gallegas y se ha expandido por algunos lugares del estado español, pero sobre todo ha llevado su mensaje solidario y fraterno a través del circo a Brasil, Colombia, Mexico, Palestina… y en Galicia pues el gallego tiene esa regla ortográfica de escribir “payaso” con .
¿Qué proyectos tienes de cara al futuro próximo?
Estamos implicados en proyectos que van desde hacer otro festival en defensa de los pueblos originarios de Brasil y su derecho a la tierra, que se llama Festiclown por la Tierra, en noviembre. Pero antes, hacemos la quinta edición del Festiclown Palestina, que lleva cuarenta artistas a varios lugares de Cisjordania; entre ellos Nablus, esperamos que Hebrón de nuevo, Belén, Ramala y Jerusalén, en la segunda quincena de septiembre. Pero también estamos implicados en un festival de teatro en los campamentos Saharauis en Tindouf, en Argelia. Colaboramos con el Esperanzah!, que es un festival de música desde la óptica del compromiso social en El Prat (Barcelona), el segundo fin de semana de octubre. Pasamos por el Rototom a actuar y a dar nuestras palabras a través del foro social en agosto. Estamos intentando ir a Kurdistán a finales de octubre. Tenemos prevista alguna visita más a campos de refugiados, posiblemente en Lesbos (Grecia). Y estamos implicados también en otro festival de música que se llama Ayala, en diciembre en los campos de refugiados del Sahara. Y constantemente nos van surgiendo cursos o actos y performances políticas, apoyando actos sociales que tienen que ver con la solidaridad; como en los casos de Palestina y el Sáhara. Y, además, alguna pequeña gira mía por México y Urugay desde julio y agosto.
¿Cómo podemos colaborar con Pallasos en Rebeldía?
Pues difundir nuestras acciones, comprar nuestro menchandising, ayudarnos a organizar eventos en los que actuamos o explicamos lo que hacemos, asistir a nuestras galas, y, fundamentalmente, apoyar toda expresión artística que denuncie a este sistema global del terror y genere espacios de luminosidad y esperanza para la humanidad.
Para terminar, darte mil veces las gracias y hacerte una última pregunta, ¿eres feliz?
Mayoritariamente. Vivo momentos de gran plenitud desde el punto de vista de alegría y felicidad en mi vida porque me dedico a lo que amo, porque conozco a gente extraordinaria en distintos lugares del mundo y con diferentes culturas, y porque he encontrado la manera de hacer que mi arte esté al servicio de la humanidad.
¡Me encanta la entrevista, me encanta el personaje y me encanta todavía más el proyecto! realmente fabuloso.
ResponderEliminarBesitos Cristina 💋💋💋
Hola! Muy buena entrevista y un gran proyecto :)
ResponderEliminarBesos!
Hola! No había oído hablar nunca de Pallasos en Rebeldía, parece una gran iniciativa.
ResponderEliminarUn saludo!
Muy buena entrevista, hace falta más gente como Iván. Un abrazo
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