Durante la época victoriana, el índice de mortalidad era
bastante alto debido a las enfermedades y los peligros ocultos en los hogares. En
aquellos tiempos, sólo el 60% de los niños llegaba a la edad adulta, una cifra
alarmante que, afortunadamente, ha incrementado en la mayoría de países del
mundo.
Antiguamente, para recordar a los difuntos se recurría a
quedarse con alguna cosa de ellos, como un mechón de cabello o un objeto
personal, pero a mediados del siglo XIX todo eso cambió y pasó a otro nivel.
La muerte, a pesar de ser una tragedia, era algo común en
esa época y se empezó a popularizar la fotografía
post-mortem, que consistía en instantáneas realizadas por profesionales en
donde el fallecido posaba, incluso en algunas ocasiones, con otros miembros de
la familia.
Los fotógrafos usaban ingeniosos trucos para hacer que el cadáver
quedara bien en la instantánea, como instrumentos para sujetarles la cabeza, e
incluso recurrían a retocar las instantáneas, coloreándolas a mano, sobre todo los
ojos o las mejillas.
La mayoría de retratos eran de niños pequeños debido al gran
índice de mortalidad infantil, que no distinguía de clases sociales.
En un principio, este hábito era tan solo accesible a la
gente más pudiente, pero a medida que pasaba el tiempo y, sobre todo, en la década
de 1850, se introdujeron métodos menos costosos que acercaron la fotografía post-mortem también a los más
humildes.
El sarampión, la difteria o la escarlatina se escondían a la
vuelta de la esquina, y a eso hay que añadir que el plomo estaba presente en la
mayoría de hogares victorianos, por lo que las familias recurrían a este tipo
de fotografías para tener un recuerdo de sus hijos fallecidos.
En algunos lugares, a este tipo de imágenes de niños de se les
conocía como ‘Angelitos’, sobretodo la protagonizadas por bebés, ya que se
creía que los pequeños bautizados se convertían en ángeles una vez muertos.
En cambio, los no bautizados, eran enterrados con los ojos
abiertos “para que vieran la gloria de
Dios” y se creía que no iban al cielo, sino al limbo.
Además, en las fotografías de niños solían preparar la
escena con flores blancas, sus juguetes favoritos y vestirles con sus ropas de domingo, como
una forma de honrarles.
Algunas instantáneas trataban de captar al difunto con una
pose normal, como si aún estuviera vivo, pero la rigidez de los músculos y
algunos otros detalles, como los ojos, eran la prueba de que aquellas personas ya
no se encontraban en este mundo.
En otras ocasiones, se recurría a simular que estaba
durmiendo.
La normalidad con la que se trataba el tema se debía a que
en aquella época la religión estaba muy presente, y la mayoría de personas creía
que los muertos iban directos al cielo, por lo que no debían estar tristes.
A medida que la sanidad mejoraba y la mortalidad descendía, la
popularidad de las fotos cayó en picado, y ya con la llegada de métodos más
modernos, como las cámaras fotográficas donde las familias se hacían retratos
en vida (algo muy costoso por aquellos tiempos) hizo que esta costumbre
desapareciera.
Hoy en día, al contemplar estas fotografías, puedes sentir
una gran tristeza al ver que se trataba del único recuerdo de un ser querido. En
alguna de ellas, vemos a uno de los padres con la mirada perdida, sosteniendo a
su difunto hijo, roto por el dolor.
En nuestros tiempos, donde la tecnología está tan presente y
que capturamos cada momento en nuestros móviles o cámaras, no se nos pasaría
por la cabeza recurrir a este tipo de práctica para recordar a los que nos han
dejado.
Y es una práctica que, al verla, te viene una idea a la
cabeza.
Memento mori: Recuerda que morirás.
Fuentes:
- BBC
Ya había leído sobre este tipo de fotos, pero me parece un post muy interesante.
ResponderEliminarBesos
He tenido la ocasión de ver un álbum real de fotos post mortem de una familia suiza , las fotos van de finales del XIX hasta 1921...Impresionante e inquietante.
ResponderEliminarEstas historias son fascinantes!!
Un beso 👻👻👻
He tenido la ocasión de ver un álbum real de fotos post mortem de una familia suiza , las fotos van de finales del XIX hasta 1921...Impresionante e inquietante.
ResponderEliminarEstas historias son fascinantes!!
Un beso 👻👻👻
Leí hace unos años El fotógrafo de cadaveres. Situado en la época de la primera guerra mundial, el protagonista se dedicaba precisamente a hacer retratos de muertos. Me pareció muy curiosa esa costumbre.
ResponderEliminaruff uff vi un reportaje del tema y es escalofriante, algunos niños parecen dormiditos. Uffff que yuyuuuu
ResponderEliminarHola! Una entrada muy interesante. No sabía de estas fotos, pero me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos!
Hola! Pues no tenía ni idea, gracias por compartirlo!
ResponderEliminarUn saludo!
Estas fotos me parecenntremendas. Vaya costumbre.
ResponderEliminarY yo que creía que esto solo pasaba en las pelis.
ResponderEliminarGracias por la entrada.
En aquel tiempo la fotografia era muy cara. Tu primera foto solia ser la de tu boda, si llegabas. De ahi que si morias antes era la unca forma de tener un recuerdo de esa persona. A mi estas fotos, mas que miedo, me producen mucha tristeza.
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